22 ene 2013

Ilusión sí pero no engaño



He leído y escuchado varias posturas muy diferentes entre sí acerca de la selección uruguaya en el presente sudamericano. La competición disputada en Argentina cuenta con una particularidad que pocas veces ocurre: los albicelestes y Brasil quedaron eliminados en la primera ronda. Al faltar los dos conjuntos que han dominado en demasía los últimos años, los uruguayos nos hacemos una pregunta: ¿para qué estamos? Irremediablemente nace esa sensación de que, por historia, por la ausencia de Argentina y Brasil, debamos recuperar el puesto de privilegio.

Ilusionarnos no hace mal. Más sobre todo porque tenemos, si se quiere, algunos motivos como para hacerlo. Pero principalmente debemos tener en cuenta cómo son las cosas, cómo han transcurrido las cosas, ver nuestros defectos, no engañarnos. ¿Por qué digo esto último? No hay cosa más errática que basar una opinión en función a un resultado, y sinceramente esto es lo que he sentido al leer o escuchar a varios periodistas. Me dirán, no es sólo un resultado, son varios. Me dirán, también, que tenemos gol, que mejorando la defensa, ya seremos prácticamente invencibles.

No, no y no. Tenemos gol no porque tengamos una gran ofensiva, tenemos gol, si se quiere, porque tenemos individualidades muy buenas que en situaciones aisladas terminan definiendo y marcando. A no confundir: debemos ser el equipo con más goles, sí, pero no por eso somos el equipo que mejor ataca, o que mejor distribuye, o que mejor controla la pelota o los partidos en sí. Primero que nada, porque casi no tenemos la pelota, cedemos el protagonismo en todos los partidos, y eso indica algo, no muy positivo que digamos.

Si a la falta de juego colectivo, de no poder poseer la pelota y distribuirla de buena manera, le sumamos que también fallamos a la hora de defender, donde no hablo únicamente de los cuatro del fondo, sino del sistema defensivo del equipo en general, digamos que tenemos varios puntos débiles. ¿Acaso por qué sufrimos en todos los partidos? ¿Por qué empatamos en el debut con Perú, o cómo le ganamos a Brasil, o cómo terminamos empatando con Ecuador o mismo con Venezuela? Es verdad, en el hexagonal empezamos ganando, pero no es que hayamos impuesto nuestro juego sobre el de los peruanos. Ocurrió lo mismo de siempre: escaso control, error defensivo —donde termina en gol—, un poco de suerte —una pelota que pega en el palo y cruza todo el arco por detrás del arquero—, y bombazos para adelante y resolución de clase de nuestros jugadores de adelante —véase lo que hace el Diente López, quitándose el portero de encima y pegándole luego de aire.

¿A qué quiero llegar con esto? Que sí, clasificamos, pero ¿cómo? Con una victoria, bastante casual diría, porque ya parecía un empate sellado y llega esa situación aislada de Laxalt, gran corrida suya, donde termina habilitando a López y éste definiendo; y tres empates, ¡tres empates! Y si me dicen “tuvimos mala suerte, merecimos ganar en alguno”, podría decir con plena sinceridad: “mientes pésimamente mal, amigo”. O sea que colectivamente hablando, Uruguay ha sido muy pobre, muy pobre. Pero tenemos la suerte, y no muchas veces la hemos tenido, de contar con jugadores de gran clase: López, Rolan, sumaría a Gonzalo Bueno, aunque no ha jugado por lesión, sumados también a otros que con destellos individuales han aportado bastante al equipo.

Hemos conseguido resultados, hasta el momento, relativamente buenos —digo relativamente porque tres empates y una victoria no es algo de otro mundo tampoco—, pero a nivel equipo, juego en equipo, ya sea para ofender o defender, poco y nada. Y que quede claro algo, si exijo es porque se supone que el entrenador de la selección tuvo un gran plazo para entrenar a estos jugadores, para formar una idea de equipo, idea que hasta el momento, tras cinco partidos del certamen, no he logrado descifrar, y eso me preocupa, me preocupa mucho.

Por ello, y tras lo bueno y lo malo, sí es válido que nos ilusionemos, porque tenemos con qué, tenemos gran calidad; pero engañarnos, no, eso no. No somos ni invencibles ni hemos expuesto un juego superior al de las otras selecciones. Pies en la tierra, por favor, y ojalá se dé, ya sea la clasificación al Mundial, cuatro plazas para seis equipos, y, obviamente, el sudamericano, el primer lugar. ¡Ojalá se dé!

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