
Está claro que el compromiso asumido de ser el entrenador del equipo bávaro fue previo al triplete obtenido en la temporada pasada. Pero independientemente de ello, la responsabilidad y la presión que debía cargar en sus hombros eran altísimas de entrada. «Necesito tiempo», dijo Pep Guardiola. Lo sabía, sabía en primer lugar que su nuevo Bayern no sería como su antiguo Barcelona, no contaba con los mismos recursos como para ello, ni la cultura futbolística era lo misma. En segundo lugar, sabía que para que los jugadores comprendieran sus ideas era necesario ir lentamente, y de esa manera crecer con el paso del tiempo.