Reflexión del ciclo glorioso de Guardiola
Muchos pensarán que están leyendo a un barcelonista de nacimiento o fanático de Joseph Guardiola, al ver el título de la Entrada, pero he de admitir que esas impresiones son falsas. En principio, porque no soy español —eso ya lo conté en la presentación— y segundo, porque no soy de enrollarme al nivel de fanatismo cuando es algo fuera de mi país. Aclaro, le soy devoto a tres colores (rojo, azul y blanco de mi Nacional) y el celeste de Uruguay.
A pesar de ello, soy un amante del fútbol en general. Me gusta ver, estar informado, realizar análisis propios o intentar comprender opiniones ajenas; entre muchas otras cosas posibles. Y obviamente, un suceso de la magnitud de "Fin era Guardiola" se merecía algunas palabras, o muchas.
El deporte rey ha evolucionado a lo largo de su historia. No sería viable comparar el estilo de juego o físico de un jugador por las décadas del 50 con uno de la actualidad. Daría alguna que otra conclusión, sí, pero no para determinar "éste fue mejor que aquel". Con la evolución, o cambios, se ha tornado mucho más físico —más que grandes jugadores dotados técnicamente, hoy la mayoría son verdaderos atletas—, es por ello que ya no hay ni tanto espacio para jugar ni tanto tiempo para pensar.
Lo dicho en la última línea se ve reflejado justamente en el modo de juego que la mayoría de los equipos presentan; el hecho que exista una mayor dinámica, un mayor trajín, de grandes idas y vueltas, limita en parte a lo preciso. En sí, puede que haya una disminución de técnica, es algo discutible, pero hay algo claro: si juegas rápido, la precisión disminuye. Raras excepciones, o rara excepción, saltan las reglas: Fútbol Club Barcelona.
En parte, aquí quiero destacar la impronta que Pep Guardiola le dio a su equipo; era propio de la filosofía de los culés —desde la era Cruyff— jugar con ese sistema táctico, intentar un "buen juego". Pero no sé si a la expresión que alcanzó el Barça en estos últimos cuatro años. Expresión superlativa, que despertó mi admiración; la mía, y la de cientos, miles o vaya a saber cuántos amantes del fútbol. No sé si llamarlo "Revolución", pero un cambio antes/después Guardiola existe.
Resaltar cómo desde la idea de un pensamiento, con trabajo y, obviamente, grandes jugadores —que no es casualidad su nivel de juego, los futbolistas del Barça son extraordinarios en su mayoría— se puede llegar a lograr algo casi perfecto. ¿Por qué casi y no perfecto al cien por cien? Me parece que nada llega a ser perfecto, y si de fútbol hablamos, el "team de Pep" arañó muy de cerca dicha perfección; desde lo estético a lo efectivo.
Los números de las estadísticas suelen ser muy fríos, y quedarse únicamente con resultados es a veces hasta caer en una práctica demasiado simplista; pero debo decirles que en este caso hay que mencionarlos. Trece títulos (incluyendo 3 ligas, 2 Champions Leagues y 2 Mundial de Clubes como superlativos, bajo mi punto de vista) en tan sólo cuatro temporadas, es descomunal. Lográndolos, además, con una superioridad notoria, imponiendo siempre su forma de juego frente a cualquier rival.
Ya entrando al final de la entrada, hay una cosa que me pregunto y no obtengo respuesta: ¿Cuándo volverá a dirigir? ¿Habrá un segundo capítulo con el Barça o será otro equipo? De seguro, buscará nuevos y más difíciles desafíos. Pero para saber eso tendremos que esperar un tiempo seguramente largo, donde él andará de relax; en nuestro caso, amantes del fútbol (o mejor dicho "buen fútbol"), tocará únicamente esperar.
Admito, para cerrar, que siento admiración por Josep Guardiola; admiración que sólo una acotada lista de entrenadores poseen.
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