Mañana martes comienza la segunda fase de la Copa Libertadores 2013. Nacional y Barcelona se enfrentarán en Uruguay, más precisamente en el Gran Parque Central. El partido promete ser una fiesta total dentro y fuera de la cancha. Ya se han acabado todas las localidades puestas a la venta y, además, la hinchada del bolso preparará un gran espectáculo dándole color a cada una de las tribunas con los tres colores representativos de la institución.
El Club Nacional de Football —mío y de la mayor parte del país— aumentará a su historia una nueva participación en la contienda internacional, sumando ya la número cuarenta y, por si fuera poco, agrandando la marca en registros consecutivos en el rubro de participaciones, alcanzando la decimoséptima con la de este año.
El partido de mañana será, además, el primer partido oficial tras los meses de receso. Una lástima ser el único territorio sudamericano que aún no haya comenzado con la actividad doméstica, pero, bueno, esto nos toca a los uruguayos. Nacional ya tiene la oncena definida, aunque no abordaré en eso, sino que en el plantel en general. Han llegado varios jugadores que alimentan la ilusión del hincha —donde de manera inevitable me sumo—; Albín, Alonso y Abreu son sólo algunos.
Buenos nombres se suman al plantel bicampeón, con ciertas bajas lógicas, pero la incógnita de cómo jugaremos, de si estaremos a la altura de las circunstancias, siempre estará hasta que no se debute. En mi caso tengo mucha confianza, mucha fe, de que las cosas saldrán de la mejor manera en un Grupo bastante parejo y complicado, con viajes largos, también algunos cortos pero en canchas duras, y la siempre difícil altura. Habrá que sortearlo todo para que el sueño persista.
Y casualmente, en estos anhelos de copa, debo mencionar un hecho que ocurrió hace treinta y dos años ya, un hecho muy importante en la historia del conjunto tricolor y también para su hinchada fiel y seguidora. Nacional, por aquel 1981, se enfrentaba en tierras japonesas al conjunto inglés Nottingham Forest. El resultado final fue 1-0 y, con gol de Waldemar Victorino, Nacional se consagraría Campeón del Mundo por segunda vez, tras haber obtenido, un año antes, la difícil Copa Libertadores, segunda en su extensa y gloriosa historia.
Cuando viajamos al pasado por estos logros, surge irremediablemente esa ilusión de que vuelva a ocurrir, esas ganas y deseos de que vuelvan a pasar. Por eso, los anhelos de Copa son inevitables.
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