8 ene 2014

Yo vi jugar al Chino

LA RESEÑA DEL LIBRO



Álvaro Recoba, apodado como ‘el Chino’, no es un futbolista más. Se trata de uno de los más destacados de nuestro fútbol en las últimas décadas, a pesar de no haber logrado un buen papel con el seleccionado nacional. Sumamente habilidoso y propietario de una zurda mágica, el “Chino” es capaz de darle a la pelota una precisión que araña la perfección o un efecto pronunciado que muchos sólo soñarían con poder lograrlo. No por nada se convirtió en el futbolista mejor pago del mundo al jugar en el Inter de Italia. Evidentemente, Recoba no es uno más.

Por estas cosas, y por su vínculo con el Club Nacional de Football, Alejandro Luzardo y Fermín Solana intentan adentrarse en el camino recorrido por el “Chino”, desde su infancia hasta la actualidad, para comprenderlo mejor y, dicho sea de paso, conocer la verdad acerca de muchas cuestiones que han sido poco claras, dejando atrás la infinidad de rumores que se han creado en torno al crack uruguayo.


La contratapa de «Yo vi jugar al Chino» dice así:

Álvaro Recoba tenía cuatro años cuando su padre rechazó la primera oferta de un ávido representante, quien notó que su talento ya era algo fuera de lo común. Corrían los inicios del babyfútbol y la zurda mágica del Chino empezaba a causa estragos en las canchas de tierra. Cuentan que se abrían las barreras y los goleritos salían corriendo del arco espantados ante la vehemencia de sus tiros libres. Llegaron a contarle cuatro mil goles a lo largo de todas las categorías menores. A partir de entonces, su carrera se tornaría meteórica y terminaría de tomar vuelo tras un inolvidable primer paso por Nacional, hasta llegar a convertirse en el jugador mejor pago del mundo y capitán de la selección uruguaya. 
Se dicen muchas cosas sobre uno de los mejores jugadores uruguayos de las últimas décadas: que no le gustaba entrenar, que era hincha de otros cuadros, que no le importaba jugar para la Celeste. Este recorrido por su círculo más íntimo revela la verdad detrás de esos mitos y hace rememorar desde adentro lo que sí se sabe, sus jugadas inolvidables y la trastienda de su glorioso retorno al Bolso, para hacer goles eternos, coronarse campeón uruguayo y quedar definitivamente en la historia del decano del fútbol uruguayo.

En Yo vi jugar al Chino leeremos muchas anécdotas, situaciones que no esperábamos y otras que sí esperábamos, contadas por el propio Álvaro Recoba, pero también por su esposa, sus hermanos o su padre, hincha fanático del Decano, entre otros familiares, y también por algunos de sus compañeros de Nacional como Gonzalo Bueno, Israel Damonte y Alexander Medina, de los cuales los dos primeros ya son en realidad ex compañeros.

Es muy probable que las 156 páginas que componen el libro pasen demasiado rápido y, una vez terminada la lectura, quede un sabor a poco. Pero esto no quita la recomendación de la lectura. Tal vez, si les soy sincero, no era del todo lo que esperaba. Esperaba mayor protagonismo del protagonista, valga la redundancia, no porque no se hable de él —es evidente que el libro se debería centrar en el Chino y, de hecho, se centra en él—, sino porque en varias cosas hablan quienes lo conocen, pero no el propio Álvaro Recoba, lo cual, como es obvio, no es lo mismo. Tal vez esta sea mi única objeción para con el libro, además de que no lo considero una biografía propiamente dicha.


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