6 ene 2015

Un reto incumplido

Esperaba que las cosas fueran más simples. Veinticinco no parecía ser un número elevado para las lecturas de 2014. De hecho, no lo fue del todo. Pero al no llegar a dicho número, el reto, automáticamente, queda como incumplido. Las clases, las pruebas y los viajes —no vivo en Montevideo, viajo a diario en época de clases—, conspiraron con que no pudiera cumplir lo propuesto.

Pero en realidad ya no tiene demasiado sentido ver la parte del vaso que aún continua por ser completada, y de ahí nace la idea de esta entrada. Repasaré las veintitrés lecturas que sí pude terminar y, en breve, iré hablando de cada una de ellas, además de adjuntar —en caso de que existan— sus respectivas entradas (intento de reseñas y opiniones pertinentes).

Recordando el año pasado en libros…


Enero resultó ser un mes excelente para leer libros. Me encontraba con tiempo disponible y bastante despejado mentalmente. La primera lectura fue La firma de todas las cosas, de Elizabeth Gilbert. ¿Vieron cuando terminan un libro y sienten que lo que acaban de leer es algo maravilloso? Era el primer libro, es verdad, pero sabía que me encontraba ante uno de los mejores que iba a leer durante todo el 2014. No sé si recomendar sea lo indicado, pero les aseguro que este libro me dejó muchas cosas. De Gilbert ha sido lo único que he leído, y posiblemente en un futuro me anime a seguirla con otro más.

Cuando hablamos de cracks en el fútbol uruguayo en los últimos años, no podemos no mencionar a Álvaro Recoba, conocido comúnmente como “el Chino”. ¡Qué jugador! Y todavía sigue, a sus treinta y ocho años de edad, realizando magia en los terrenos de juego, vistiendo la camiseta de mi querido Nacional. Dándome alegrías como esta. Pero en realidad esta mención se debe a lo siguiente: Yo vi jugar al “Chino”, de Alejandro Luzardo y Fermín Solana. Se trata de una lectura bastante ligera —recuerdo que lo leí en una tarde—, que atraerá a futboleros, sobre todo si eres Bolsilludo.

Pasemos a lo policial, a lo detectivesco. Pasemos a El factor Scarpetta, de Patricia Cornwell. No puedo hacer otra cosa que reiterar, a grandes rasgos, lo que dije en la entrada. No soy un fanático de este género literario, ni tampoco había leído algo similar antes. Me entretuvo, me resultó interesante, y también la considero una lectura amena y bastante ligera, pero poco más que eso. No estoy seguro si alguna vez lo volvería a leer, pero, quién sabe, nunca sabemos ese tipo de cosas.

La pregunta de sus ojos, de Eduardo Sacheri, fue el cuarto libro de enero y el cuarto del año. Me picó la curiosidad tras haber visto la película “El secreto de sus ojos” —me encantó al punto de verla más de un par de veces— que se basaba, justamente, en esta obra de Sacheri. Lo cierto es que se me hizo un poco pesado, ¿qué le vamos a hacer? Hay detalles, como pasa generalmente, que no aparecían en la película, y tal vez eso era lo más emocionante. No le hice una entrada, y ahora menos que menos me siento capacitado como para eso. Recomiendo la película.

La quinta lectura rompió todo lo tradicional en cuanto a mí respecta. Ya que Enemigos: una historia del FBI, de Tim Wiese, era más bien una recopilación de documentos correctamente ordenados por el autor —entre muchas otras cosas—a modo de historia, como el título del volumen lo especifica. Me resultó rico para darme una idea y comprender cosas que desconocía —como un pantallazo—, o aprender nombres como el de J. Edgar Hoover, el hombre que estuvo a cargo más tiempo de la Oficina.

El arte de la guerra, de Sun Tzu, fue una lectura, básicamente, por curiosidad. Alguien me había hablado de este libro y como no era largo (de hecho, era bastante corto) me animé a leerlo. Recuerdo que lo leí en el celular y así me quedaron los ojos… (Probablemente como los del autor… Un chiste malo). Digamos que dudo mucho que vuelva a leerlo. El nombre lo describe muy bien: habla de la guerra, de las características que deberían tener los líderes de un ejército y de las tácticas que debe conocer dicho líder, además de cómo utilizar en favor los terrenos en donde se desenvuelvan los enfrentamientos. Buen provecho.

Aquí entramos a ese lugar que te permite tocar el cielo con las manos. El séptimo libro del año fue El nombre del viento, de Patrick Rothfuss. Digamos que esta fue otra de las mejores lecturas, por lejos, del año, y que si no le hice una entrada fue únicamente por temor a no hacerla a la altura del libro. Posiblemente ‘Crónica del asesino de reyes’ sea de las mejores sagas que tenga la oportunidad de leer en mi vida (que aún es corta). Los diálogos que crea Rothfuss son de lo mejor que he leído: es cierto, no he leído mucho, pero son geniales, sublimes, únicos, que escapan de lo obvio, de lo fácil y de lo tristemente trillado. De hecho, ayer me encontraba leyendo citas de este libro (en su mayoría, diálogos épicos) y me dieron unas ganas enormes por releer este volumen. Por supuesto, en cuanto pueda lo haré.

Aquí nos mantenemos tocando el cielo con las manos. ¿Por qué? Porque El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss, es la continuación a El nombre del viento. Si bien en su momento no me pareció a la altura de su antecesor —sobre todo por las expectativas que me había creado el primero—, no cabe duda dudas que es un señor libro. Y sí, lo volvería a leer. Lo verdaderamente maravilloso —bajo mi punto de vista— aparecerá a la mitad del libro, desde allí hasta el final. Recuerden que este libro grueso consta de unas 1200 páginas. Por cierto, hay tres cosas que teme un hombre sabio…

Repitiendo la dosis de Patrick Rothfuss, aparece ahora un escritor japonés duplicado. Empecemos por Tokio Blues, de Haruki Murakami. Una novela corta, si la comparamos con las de George R. R. Martin (en Canción de Hielo y Fuego), Patrick Rothfuss (en Crónica del asesino de reyes) o Ken Follet (en The Century), pero muy intensa, que deja mucho y que, por sobre todas las cosas, dice mucho. Es de amor y no es de amor, y aparece la felicidad entre medio de la profunda tristeza. Y te conmueve. Ambientada en los años sesenta en tierras niponas, la historia gira entorno de un universitario llamado Watanabe. La relectura es muy factible.

De qué hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami, es un libro totalmente diferente a lo que acostumbraba a leer. Es una especie de diario que fue redactando este escritor (¡y maratonista!) japonés. Habla de sus dos pasiones, habla de su vida y de su rutina, y de las maratones que ha corrido, y sus preparaciones, y lo que le pasa mientras corre y está por llegar. No sé si a todos les pasará lo mismo cuando lo lean, pero a mí me vinieron muchísimas ganar por salir a correr —lástima que aún no lo haga—. Se trató de la décima lectura y fue bastante estimulante, motivadora y ligera.

La onceava lectura fue un cuento relativamente corto y se tituló Las hermanas, de Stefan Zweig. Me encontraba navegando por bibliotecas virtuales (de epubs) y no recuerdo exactamente cómo llegué a dicha obra pero la cuestión fue que, como quien no quiere la cosa, empecé a leer, y leer, y leer. La lectura era amena y la historia en realidad deja enseñanzas. En resumen, se trata de dos hermanas que eligen caminos distintos… Pero al final, y a pesar de todo, llegarán al mismo sitio juntas.

Antes de contarles el nombre del siguiente libro debo decirles que se me hizo largo, demasiado largo (en parte, porque lo era). Las clases conspiraron en que lo leyera con relativa frecuencia y a buen ritmo; habían días en donde no tenía ganas de tocarlo, y otros donde apenas avanzaba unas pocas páginas. Pero finalmente el volumen Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, valió la pena. Ubicados en la Edad Media, conoceremos una familia humilde encabezada por un albañil, la iglesia (y sus disputas) por dentro, detalles de una memorable catedral que está construyendo, entre muchas otras cosas. Lo que destaco principalmente (de casi todo lo que he leído de Follet) es el hecho de los años transcurren —muchos— y los personajes crecen, cambian, y se enriquecen. La continuación a este libro, Un mundo sin fin, continúa en la biblioteca aguardando ser leída.

¿Faltaba un poco de fútbol? No hay que preocuparse, acaba de llegar El fútbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano. Para no extenderme demasiado (dado que este libro tiene entrada propia) les cuento brevemente que es una buena oportunidad para interiorizarse un poco en la historia del fútbol. Detalles de las Copas del Mundo o descripciones de goles maravillosos e irrepetibles (no necesariamente en Mundiales) serán alguna de las cosas sobre las que escriba este autor uruguayo. Vale la pena tomarse un tiempo y darle una leída, por supuesto, el fútbol debe interesarte al menos un poco.

La decimocuarta lectura fue El diario de Ana Frank, de Ana Frank, valga la redundancia. Muchas veces leemos sobre la Segunda Guerra Mundial y también sobre el Holocausto, y tal vez pocas veces llegamos a percibir el sentimiento vivido por quienes padecieron esta última maldición. En lo que a mí respecta, el libro llega a transmitirme ese sentimiento. Posiblemente, tras la lectura, uno salga a la calle, mire el cielo y piense “qué bendición es esto”.

La decimoquinta lectura es un trabajo periodístico de varios autores (por ello no me detengo a nombrarlos), periodistas de El Observador, periódico uruguayo. La caja negra, así se llama el libro, se extenderá sobre el caso Pluna (aerolínea uruguaya que dejó de funcionar) y todo los personajes vinculados a la historia: desde políticos a empresarios. Acciones que pueden considerarse como corrupción, cosas poco claras y la novela del aval (si fue correctamente dado) y de la subasta, serán descritas aquí y darán para reflexionar sobre lo sucedido. Una lectura diferente a lo usual, y bastante dinámica. Para aproximarse al tema que trata, creo que es un buen paso.

El libro Once anillos, de Phil Jackson, apareció ante mí guiñándome un ojo y no titubeé ni un instante. ¡Lo quería desde hace un tiempo y me di el gusto! Para personas que les gusta el deporte y, en alguna medida, el básquetbol, este libro vaya si vale la pena. Además realiza algo que a mí me gusta mucho: te deriva a muchas otras lecturas, que son mencionadas en sus páginas. Phil Jackson nos cuenta parte de su vida, también su visión como entrenador y todo lo que consideraba para procurar sacar lo mejor de sus basquetbolistas. Un verdadero líder, como el que viene a continuación…

Recuerdo que la entrada siguiente a ‘Puntapié inicial’ —es decir, la segunda— fue una reflexión sobre la era exitosa de Josep Guardiola dirigiendo al Fútbol Club Barcelona. El equipo cambió, la idea, en esencia, no. Guardiola se encuentra en Alemania, en su segunda temporada a cargo del Bayern de Múnich, construyendo otro equipo de ensueño; pero Herr Pep, de Martí Perarnau, se centra en la primera. La decimoséptima lectura del año narra las vivencias del club bávaro por dentro, desde el corazón. Perarnau tuvo la oportunidad de escribirlo todo sobre el equipo y el cuerpo técnico, pues, ¡se encontraba allí! Era uno más. Un libro que a mi modo de ver es emocionante y cumple con creces las expectativas que genera.

El número dieciocho de la lista es para 1984, de George Orwell. Una novela escrita a mediados del siglo XX que intentó adelantarse a su tiempo (de ahí su nombre), previendo cómo sería el mundo unos treinta años después. Tal vez las cosas que profetizaba Orwell no se cumplieron al pie de la letra, es cierto, pero eso no le quita cierta vigencia a lo que transmite. En su momento, esta novela no me completó del todo. Fue de las pocas lecturas que me generó consternación al terminar de leerlas. Tal vez se deba al final, no lo sé. Es interesante y, en parte, sin proponérselo, dice cosas que aún hoy —en pleno siglo XXI— siguen vigentes. Me prometí leerme uno más de este autor, tal vez este año lo haga.

Una joyita esperada todo el año. El umbral de la eternidad, de Ken Follet, no era un libro más. Era el tercero de una trilogía que me estaba encantando, era el punto final de un relato maravilloso de cinco familias (en diferentes generaciones), y también la frutilla de la torta y más de un tercio de la mismísima torta, como quieran llamarle. Esta obra maestra no es otra cosa que una novela histórica ambientada en la Guerra Fría. Le dediqué una entrada merecidísima, como a los otros dos volúmenes de la saga en cuestión. Para intentar abreviar esto, que me está quedando larguísimo, obviaré detalles. Sólo diré una cosa: ¡Un señor libro!

El número veinte es un libro que llegó de manera inesperada. Se trata de Cultura Nacional, de Pablo Cohen. En esencia, trata sobre el Club Nacional de Football —mi equipo, por supuesto—. Entrevistas a hinchas (que nunca se pusieron la blanca en un partido oficial), como un expresidente de la República o el actual presidente de la institución —Eduardo Ache—, y también a partícipes de primera mano: futbolistas (y entrenadores) consagrados, como Hugo De León. Me quedó por ahí el deseo de que algunas entrevistas fueran más extensas, pero no todo se puede en esta vida. Lectura amena, ligera e interesante.

El Hobbit, de J.R.R. Tolkien, se me hizo el difícil. Por favor. Pero sólo fue el comienzo, donde no le encontraba motivación para avanzar. Pero cuando llegamos a ver cara a cara a Smaug… Digamos que a partir de allí se me hizo un tanto corto, aunque, en sí, el libro es corto. Por lo que sé, es altamente recomendable leer este texto antes de adentrarse al complejo mundo de la Tierra Media, en donde transcurre El Señor de los Anillos. Y si, en el futuro, no sé si cercano o lejano, esa saga de literatura fantástica será leída por quien escribe esto. ¿Qué quién es Smaug? ¡Lee el libro!

Estamos en la lectura número veintidós, ya sólo falta una más para terminar este extenso recorrido. La música del silencio, de Patrick Rothfuss, fue el elegido. Lo quería desde que supe que estaba. No sabía cuándo iba a tenerlo entre mis manos, pero cuando lo tuve, lo leí. Es cierto, es una cosa difícil de explicar. No es una historia común a otra, y tampoco es estrictamente una continuación a Crónica del asesino de reyes. Es, en definitiva, una buena manera de poder conocer mejor a un personaje bastante llamativo —y sobre todo misterioso— llamado Auri. Una muchachita que vive en la Subrealidad y de la que poco sabemos y mucho nos interesa.

Llegamos entonces a quien supuso el 92% del resto. Se trata de Un tal Charles Henri Sanson, de Aldo Solé, escritor uruguayo. Para no extenderme en demasiado, les cuento lo siguiente: estamos ante el relato de un verdugo (de herencia) francés que vivió la época de la Revolución de 1789. Cortó cabezas a diestra y siniestra, con su sedienta guillotina. Pero al margen de esto, el verdugo, apellidado Sanson, nos contará de primera mano aquel período —previo y posterior— a la Revolución Francesa, mencionando a reyes y a unos cuantos pensadores y agitadores de masas que tuvieron lugar en París y ciudades aledañas. Lectura interesante y, en mi caso, bastante en conocimientos.

¿Me parece a mí o me extendí demasiado? Sea cual sea la respuesta, y a pesar de no haber completado los veinticinco libros, creo que valió la pena leer lo leído durante el pasado 2014. Una cosa sí tengo clarísima: el sabor amargo de no haber cumplido se ha ido ante el desarrollo de la entrada, que sí, me quedó bastante larga. Pero no había otra manera de hacerla.

Hasta la próxima y… casi me olvido: ¡Feliz año nuevo!

2 comentarios:

  1. Bueno, ¡pero tu año estuvo muy bien! Te faltó muy poquito y muchos de los libros que leíste son grandiosos :)

    Un abrazo

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    1. Te agradezco enormemente que te hayas tomado tiempo para comentar. No suelo recibir muchos comentarios (? Así que, muchas gracias de verdad.

      Hermoso blog el que tienes.

      Saludos.

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